1. Cocina los tagliatelle hasta que se ablanden. Deben quedar tiernos y tiernos. Como un abrazo de tía con delantal enharinado.
2. Prepara la mezcla dulce: nueces picadas, cacao, chocolate, pan rallado, azúcar y canela. (Si la notas con el dedo, no digas que no te avisé).
3. Escurre la pasta y viértela caliente en la mezcla. Mezcla bien, sin gracia, pero con cuidado.
4. Compacta todo en un plato grande y rústico. Debería quedar como un pastelito rompe-muñecas, pero fragante.
5. Prepara un poco de “polvo extra” (siempre con los mismos ingredientes) y espolvoréalo por encima, como si hicieras un techo de azúcar y memoria.
6. Cúbrelo con film transparente y déjalo afuera, en el frío. Balcón, terraza o ventana, todo bien. Pero necesita las heladas del invierno de Tolfa.
7. Cómelos en Navidad. Y también los días posteriores, porque mejoran. Pero no esperes demasiado, o se echarán a perder. (Como algunos parientes).
💬 Nota de la abuela:
“Los macarrones dulces no son un postre.
Son un gesto, un perfume, una Navidad que queda pegada al corazón”.